“Por la muerte, por el miedo a la muerte y al dolor comienza el conocimiento del Todo”. Franz Rosenzweig.
Nuestro lenguaje y nuestra ciencia están constituidos por el dolor, hemos generado el principio de causalidad para cualificar los sucesos y así evitar el daño que estos puedan aplicar a nuestra intrahistoria vital, hemos elaborado el principio de que el “Todo es mayor que la parte” para cuantificar las cantidades de dolor que podemos soportar para conseguir ulteriores bienes.
La conformación genética del individuo por el dolor y el sufrimiento, le hace a este que sobreviva, que perciba el mundo por medio de preguntas primeras sobre lo trascendente del dolor, ello le impele a investigar soluciones para el sufrimiento individual o colectivo y le permite disfrutar de las superaciones de ignorancia, y de las evitaciones propias o ajenas del daño. Heredamos el punto mensurable de magnitud cuantitativa, desde el cual sentimos dolor, tanto bajo condiciones normales como tras daños en el sistema nervioso….
"Hemos encontrado un patrón implicado en la producción y modulación del dolor y un marcador genético de la sensibilidad al dolor previamente desconocidos".Clifford J. Woolf, de la Harvard Medical School (Boston, EEUU). La expresión del gen GCH1 se encarga de codificar sustancias necesarias para ‘fabricar’ un producto químico (el BH4) Tetrahidrobiopterina esencial en la producción de neurotransmisores como la dopamina. Tanto la síntesis del BH4 como el mencionado gen estarían implicados en otros tipos de dolor, no sólo en el de origen neurológico.
Estos hallazgos tienen diferentes aplicaciones prácticas. Es posible, disminuir la excesiva producción del producto químico BH4 Coenzima Tetrahidrobiopterina acelerante del dolor en las raíces nerviosas. Y asimismo, el gen GCH1 puede ser una herramienta útil para evaluar el riesgo de un individuo para desarrollar dolor crónico. Clifford J. Woolf.
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