martes, 16 de septiembre de 2008

La autopercepción del dolor.


EL DOLOR DESOLANTE.
El Dolor despersonaliza al individuo humano, le cosifica, le desdignifica a los ojos de los demás.
“Las tres o cuatro personas que se parecen a los muertos son los ciegos, los pobres, los estériles y los leprosos“.Talmud.
El Yo sufriente al notar que ha perdido toda heteroestima, se vuelca sobre sí y nota que el dolor le roba su autoaprecio.
En el cuerpo enfermo, la conciencia del sujeto le dice que “no se encuentra bien”, que “se siente mal”, por lo que, preocupado por su extraño estado, narra a otros cuerpos su malestar e incluso exhibe ante ellos las huellas del padecimiento que le alejan del perdido y añorado bienestar. Ese cuerpo entiende que su estado de salud ha dejado de ser “la vida en el silencio de los órganos”. Javier Miranda.
José Angel Valente
ha utilizado la metáfora del derrumbamiento para evocar la imagen del cuerpo que se hace viejo. El cuerpo se derrumba, desde encima, de sí, como ciudad roída, corroída, muerta.
Los cuerpos enfermos, cuando no resisten la fuerza de la gravedad, permanecen acostados mucho tiempo. A partir de ese momento, el cuerpo crónicamente enfermo y cansado, se convierte en un objeto inerte para las miradas ajenas. Javier Miranda en su texto de “La enfermedad de Alberto Barrera” indica como el sufriente se da cuenta, cuando el final se aproxima, de que ya “los doctores y las enfermeras no le hablan a él, conversan con su cuerpo... que apenas puede mantenerse en pie, que muy pronto se derrumbará definitivamente”.
Ante estas complejidades del sufrimiento corporal, hay que añadir la gran variedad de estados de dolor agudo y crónico.
El dolor intenso peremne que grita dentro del cerebro y evoca sin respeto a la muerte, se muestra en los testimonios de los enfermos oncológicos y les obliga a enfrentarse con el proceso trascendental del tránsito a la superación de la vida.
Marjorie Williams, considerada una de las mejores periodistas de su generación en los círculos políticos de Washington (EEUU), murió de cáncer de hígado, tres días después de cumplir los 47 años. Sus escritos han sido ahora recopilados por su marido en un libro que pretende además servir de testimonio de su lucha contra la enfermedad en sus últimos cuatro años. Durante su enfermedad siguió publicando algunas columnas de opinión en las que no evitó abordar su enfermedad. La última de ellas, describía el disfraz de su hija en la que sería su última celebración de Halloween, segura de que no la llegaría a ver convertirse en una mujer. “Soportas lo insoportable, porque tienes que hacerlo”. ¿Pero alguien podría ayudarla por favor?
En el cáncer, el daño aparece por la presión de un tumor canceroso sobre los huesos, los nervios o los órganos del cuerpo, o por que los tratamientos contra el cáncer también pueden provocar dolor.
Testimonios extraídos de la Web Con la muerte a cuestas.
Mi madre falleció hace dos semanas de cáncer de colón con múltiples metástasis, la más fuerte era en el hígado, lo cual provocó que la operaran seis veces. Probó diferentes tratamientos durante cuatro años, pero la enfermedad pudo con ella. Su última semana de vida preguntamos a los médicos por la morfina, porque el hígado estaba dejando de funcionar, la sangre tenía unos índices inhumanos de bilirrubina, que provocaban a mi madre una urticaria interna horrible, y poco a poco también iba perdiendo la noción de las cosas que le pasaban alrededor, y por desgracia para ella, en sus momentos de lucidez se daba cuenta de como se estaba deteriorando.
Los médicos nos aconsejaron el uso de la morfina, pero también nos advirtieron que se canaliza por el hígado y que a lo mejor aceleraría un poco su fallecimiento. No sabíamos que hacer, es una decisión muy dura, pero después de un día de reflexión la doctora nos aconsejó que debía aplicarse, que hay que pensar en el paciente, y que ello era lo mejor. Después de ver a mi madre, con ataques de ansiedad que no la dejaban dormir, con tanta picadura que de rascarse tenía heridas, con hemorragias internas, y comprobar que su cabeza cada vez estaba menos serena, decidimos dar el paso. Gracias a ello, mi madre pudo dormir, y quedó más relajada, murió cinco días después de la primera dosis, tranquila y sedada.

El 29 de diciembre hará 8 años que mi padre murió. Le diagnosticaron a finales de octubre metástasis hepática, yo entonces no sabía que significaba, según los síntomas, pérdida de apetito, bajada de peso, dolor y malestar, a mi padre no le quedaban más de seis meses de vida, como el dolor era insoportable pedimos a los médicos que lo aliviaran, lo trataron con morfina, y aún así seguía doliéndole le subieron la dosis y entró en un plácido sueño, al cabo de unos días falleció.
El dolor suave y continuo es una experiencia que en su compensación por obtener beneficios sociales, favorece la creatividad y puede aportar a la humanidad mensajes de consolación y ayuda, el paradigma de este tipo de dolores se representa por la ceguera, la sordera, la pérdida de los sentidos o bien el movimiento autónomo del cuerpo.
EL POETA SUPERADOR DE LA CEGUERA.
En una conferencia de 1977, Borges afirma que la ceguera es un don del destino, y que, por otra parte, no es un modo de vida enteramente desdichado, ya que “el bien del cielo puede estar en la sombra”. Borges presenta la ceguera como algo que le tocó en reparto. En el “Poema de los dones” dice que “Algo que no se nombra / con la palabra azar, rige estas cosas” (PD, vv. 25-26). Él acepta el designio de lo Divino o del destino porque estos tienen una razón de ser. Sin embargo manifiesta el profundo dolor de poeta frente a sus limitaciones y a la pérdida de “este querido mundo” (PD, vv. 37-38) que se esfuma para él.
Esta postulación de la ceguera como destino trae aparejado el interrogante acerca de las causas.
Ya desde el “Poema de los dones” aparece la palabra anatema (PD, v.36), maldición. Alguien está maldito por algo que ha hecho con lo cual ha ofendido a un ser superior. Una maldición conlleva un castigo. Ese don sería su castigo y a la vez su posibilidad de expiación al trasmutar, por medio de la creación verbal, sus pobres circunstancias individuales en obras eternas por la belleza. La ceguera en Borges es vivida y expuesta en los poemas como algo angustiante y continuo. Brenda Sánchez. Departamento de Letras. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional del Cuyo.
EL PINTOR SUPERADOR DE LA SORDERA.
El comienzo de la enfermedad de Francisco de Goya se produce cuando el pintor contaba 46 años, coincidiendo con un viaje que realiza a Cádiz, en una carta suya, fechada el 17 de enero del año 1793, se puede leer: “... he estado dos meses en cama con dolores cólicos...”. En marzo de ese año Sebastián Martínez escribe a Zapater intimo amigo del pintor: “... que nuestro Goya sigue con lentitud, aunque algo repuesto. Tengo confianza en la estación y que los baños de Trillo que tomara a su tiempo lo restablezcan. El ruido en la cabeza y la sordera en nada han cedido, pero está mucho mejor de la vista y no tiene la turbación que tenía, que le hacía perder el equilibrio...”. Así pues, Goya padeció una enfermedad caracterizada por dolores cólicos abdominales, hipoacusia o sordera, vértigos, sonidos intracraneales y alteraciones de la visión, síntomas que mejoraron transitoriamente cuando el pintor abandonó su trabajo. Zapater se permite realizar un juicio de valor acerca de la enfermedad del pintor: “... a Goya le ha pasado esto por su poca reflexión y hay que compadecerle con toda la compasión que exige su desgracia...”.

No hay comentarios: