Subyacen en la raíz de las facultades intelectivas y volitivas de la mente del individuo, las causas y procesos del sufrimiento, sin embargo estas capacidades psíquicas proceden de procesos físicos y biológicos difíciles de desentrañar, debido a su naturaleza inconsciente. Los cuales se presentan muy extraños a la voluntad y muy ajenos al entendimiento de los seres humanos. A esto dedicó todo su trabajo científico, Sigmund Freud.
Según el neurólogo vienés, el fluido excitador o inhibidor de causas y efectos concatenados que operan en los sistemas de la personalidad se llama energía psíquica: esta cumple tareas psicológicas, es decir, pensar, percibir y recordar de la misma manera que la energía mecánica lleva a cabo trabajos mecánicos.
Los instintos son condiciones innatas que imparten instrucciones a los procesos psicológicos: la sede mental de los instintos es el ello, el lugar psíquico de consumo, recepción y emisión de la energía psíquica.
El principio de realidad registra las consecuencias de las respuestas instintivas en el individuo humano, y retira la energía motivante iniciada por la maquinaria instintiva, formando así el yo y el superyó.
En el entramado de redes neuronales llamado ello, se confeccionan y estimulan acciones reflejas encapsuladas o condensadas en paquetes de energía psíquica, las cuales se descargan en acciones motoras, produciendo a su vez representaciones psíquicas en forma de enigmas.
La energía empleada por el ello es flexible, puede ser desviada a diferentes acciones motoras que ocasionen la misma descarga tanto cuantitativa como cualitativa de energía psíquica.
Los Mecanismos Instintivos, que dirigen los procesos psicológicos están unos al servicio de la vida (EROS), y otros conducen a la muerte (TANATOS) de cada individuo.
- Los instintos residen en el ello, y guían los procesos del yo y del superyó.
- El yo es el agente de los instintos de vida y satisfacción pero también transforma los instintos de muerte en fines de la vida.
- El superyó es destructivo, tiene la finalidad de llevar a cabo los deseos de la propia destrucción, intenta exterminar al yo. El superyó es el agente de los instintos de la muerte.
- Según los dictámenes del principio experimental de realidad y los mandatos de instintos de muerte, el superyó aplica energías atrayentes o catexias a objetos diferentes de los apetecidos primeramente por los instintos y de forma semejante desplaza y proyecta energías repugnantes o contracatexias a los apetitos primarios de los instintos que no han producido buenas experiencias, o no conducen a la muerte.
En todas las formas de enfermedad psíquica debería tomarse en cuenta la conducta del superyó, cosa que no se ha hecho todavía. Empero, podemos postular provisionalmente la existencia de afecciones en cuya base se encuentre un conflicto entre el yo y el superyó. El análisis nos da cierto derecho a suponer que la melancolía es un paradigma de este grupo, por lo cual reclamaríamos para esas perturbaciones el nombre de «psiconeurosis narcisistas». Y en verdad no desentonaría con nuestras impresiones que hallásemos motivos para separar de las otras psicosis estados como el de la melancolía. Pero entonces nos percatamos de que podríamos completar nuestra simple fórmula genética, sin desecharla. La neurosis de transferencia corresponde al conflicto entre el yo y el ello, la neurosis narcisista al conflicto entre el yo y el superyó, la psicosis al conflicto entre el yo y el mundo exterior. Es verdad que a primera vista no sabemos decir si hemos obtenido efectivamente intelecciones nuevas o sólo hemos enriquecido nuestro acervo de fórmulas. Pero yo opino que esta posibilidad de aplicación por fuerza nos dará coraje para seguir teniendo en vista la articulación propuesta del aparato anímico en un yo, un superyó y un ello. Sigmund Freud. La descomposición de la personalidad psíquica (1933).
La angustia es una experiencia emocional penosa.Es producida por excitaciones de los órganos internos del cuerpo, ello es debido al estancamiento de la energía psíquica cuya única respuesta motora se expresa de forma sufriente.
El recorrido de la energía psíquica. Cuando aparece la angustia, se manifiesta una fuerte batalla en la que luchan los impulsos energéticos del ello contra el superyó.
- La igualdad de fuerzas y su alta intensidad producen una inmovilidad en el tráfico del caudal psíquico.
- Sucede esto porque la cantidad de energía mental del yo es tan débil que no puede aportar ningún cambio cuantitativo a la carga de cada instancia luchadora.
- Tanto es así que el yo está imposibilitado para resolver el cortocircuito psíquico en la dirección bien del ello o del superyó y este hecho psíquico es percibido por la mente en forma de angustia.
- La inmensa mayoría de los procesos de generación y circulación de la energía psíquica no son percibidos ni dominados por el yo, son inconscientes.
- Sólo se les puede extraer a la consciencia mediante la interpretación de los sueños, la traducción de los actos fallidos y la provocación de ideas asociadas.
- Lo que una persona piensa y hace se determina en relación a fuerzas impulsoras y de resistencia.
Así pues para el psicoanálisis el bienestar psíquico procede del flujo continuado de la energía mental en un circuito continuado desde los enigmas instintivos, hacia los dilemas del superyó, los cuales producen decisiones del yo, y que en este proceso no haya cortes de circulación energética por condensaciones o desplazamientos de energías mentales que no pueden descargarse y quedan estancadas en el circuito produciendo angustia.
La salud mental proviene del análisis y desestancamiento de los flujos psíquicos del individuo, para evitar las autopercepciones de culpabilidad provenientes de las batallas entre el Yo y el Superyó.
- Suprime la angustia en su mente, y consigue aflorar los procesos estancados que residen en el inconsciente, fortaleciendo así sus decisiones conscientes.
- Todo desenbolsamiento de la energía psíquica produce placer.
Así pues el individuo capaz de hacer circular plenamente todos sus flujos emocionales será recompensado con muchas gratificaciones placenteras.
A todos los enfermos y en especial a los que padecen el mal de Crohn. Debido al dolor y a la cronicidad duradera de los episodios dañantes, les sucede que la energía procedente de los instintos de autodestrucción o muerte, se desatan y se embolsan en sobre manera en el superyo. Ello implica.
- Una sobrefortaleza de los sentimientos de autocensura y culpabilidad provenientes del superyo.
- Un vencimiento casi permanente del superyo en las batallas que mantenga contra el yo.
- Derivado de lo anterior, los enfermos tienden a presentar con mucha frecuencia estados de ansiedad y angustia, aunque no exista ningún elemento objetivo que los provoque.
- Todos los estados anteriores relatados se transfieren a los familiares, y a los cuidadores de los enfermos.
- Para evitar todo lo anterior se hace preciso que el enfermo pueda analizar sus impulsos de autodestrucción, para derivarlos hacia nobles actividades sublimadoras y desembolsar así, la energía de muerte que sostiene estancada en su propia mente.
- El enfermo requerirá de una ayuda psíquica y farmacológica para disminuir su constante angustia.
- Una vez que el enfermo es capaz de desplazar su sensación de muerte hacia el altruismo, se impone que su primera tarea solidaria, sea minimizar sus transferencias a sus familiares y cuidadores, lo cual no implica el dejarse abandonar o ser desapreciado por los ajenos.
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